Indios Blancos en América Precolombina.



Tehuelches, Huarpes, Huliches, Comechingones (razas blancas de Argentina) al igual que los Charrúas (de Uruguay), son todos de la misma raza y comparten las mismas características:

Frente amplia e inclinada, narices prominentes y mandíbulas cuadradas y fuertes.

Los Tehuelches, raza de «Indios» Blancos, fueron practicamente exterminados por los invasores amerindios Mapuche; actualmente, los pocos que quedan de ellos estan fuertemente mestizados con Mapuche.

Los Huiliche también fueron absorvidos y mestizados.

Los Comechingones fueron exterminados por lod conquistadores y los pocos que quedaron fueron incorporados fácilmente a la cultura hispana por ser de la misma raza blanca.

En cuanto a los Charrúa, están plenamente incorporados a la cultura y sociedad uruguaya por su origen blanco.

Fue muy fácil la absorción por ser de la misma raza que los conquistadores.

Definitivamente estas razas blancas prehispánicas que se encuentran en todo el continente, aunque hayan sido perseguidas por los conquistadores sajones o hispanos, nada tienen que ver con las razas amerindias.

Sus características raciales son claramente distintas.

Fueron fácilmente absorbidos los sobrevivientes de las distintas matanzas de miembros de estas razas, por las sociedades invasoras a través del mestizaje cultural, porque racialmente tienen el mismo origen: raza blanca, no amerindia.

Culturalmente, son distintos, con un amplio bagaje de milenios pero racialmente son del mismo origen blanco.

El 15% de la población de la etnia Chachapoya, al norte de Perú, nace de color blanco, cabellos rubios y ojos claros, ¿qué casualidad no?

Incluso la nobleza blanca incaica, que no se mezclaba con el pueblo amerindio que gobernaba, mandaba a buscar a mujeres blancas para el emperador entre las Chachapoyas.

Cabe aclarar, que el listado de «Indios» Blancos que exponemos aqui no es exhaustivo, que hay muchas razas más de Indios Blancos, muchas de ellas altamente mestizadas con amerindios, como el caso de los Guayakíes en Paraguay, mestizados con Guaraníes, ya estudiados por el célebre Antropólogo Jacques de Mahieu.

O el caso de los Ranqueles en Argentina, fuertemente mestizados por los Amerindios Mapuche.

Los amerindios Guaraníes y Mapuche fueron y son pueblos guerreros, que al contrario de la propaganda «progre» (de pueblos pacíficos en «contacto con la naturaleza») fueron en realidad feroces guerreros que se extendieron dominando, exterminando y asimilando a todos los pueblos a su paso.

En el caso argentino, no fue el «hombre blanco» el que prácticamente exterminó a los Tehuelches en la Patagonia, sino el pueblo Mapuche quien inició la invasión y genocidio de Tehuelches y Huiliches en la Patagonia a principios de 1800 y la asimilación de los Querandíes o Ranqueles.

El caso Ranquel es significativo por cuanto, han asimilado las estructuras sociales mapuches y sus costumbres, olvidando por completo sus raices blancas.

El exterminio que sufrió esta raza blanca precolombina por la invasión amerindia Araucana (Mapuche), desde la patagonia chilena a la patagonia argentina, hizo que prácticamente desaparecieran.

Muchos fueron «asimilados» a los Mapuche a través del mestizaje y muy pocos lograron permanecer puros (son los ejemplos que vimos al principio); sin embargo, la cultura Tehuelche fue reemplazada por la Mapuche incluyendo su idioma; pero racialmente, nada tenían que ver una raza con la otra.

Los Tehuelches eran blancos, los Mapuche son amerindios (mongoloides).

Entre las características que introdujo el mestizaje aparecieron el «achinamiento» de los ojos, descenso de la pilosidad facial y reducción de la estatura.

Los Tehuelches o Patagones, fueron conocidos por sus enormes estaturas (por encima del 1,8 metros), que impactaron tanto a conquistadores y exploradores.

Es bien sabido que la gran estatura no es característica de pueblos amerindios (mongoloides)

Hacia América «vino todo el mundo» antes que Colón.

Después de ver los anteriores ejemplos históricos y actuales de estos «Indios Blancos» con los cuales se encontraron holandeses, franceses, británicos, vascos y españoles en norteamerica pensamos (con cierta ingenuidad), que por fin los políticos y «libres pensadores» que nos dirigen, dejarán de repetir estupideces y actualizarán los mensajes y planes educativos.

Veremos blancos en grupos étnicos precolombinos, que fueron «clasificados» como amerindios y, que en realidad nada tienen que ver con ellos.

Solo comparten el «haber estado antes en América» que las naciones que los conquistaron después de Colón.

• Louis Jolliet, exploró el Artico en el siglo XVI y escribió :

«Se encuentran a lo largo de las costas del Labrador gran número de «esquimales»… Son de elevada estatura y tienen la cara y el cuerpo blancos, y los cabellos rizados. Cada uno tiene varias mujeres, muy blancas y bien conformadas: sus cabellos llegan hasta tierra. Son muy diestras para la costura. Como los hombres, visten con pieles de lobos marinos y tienen para cualquier cosa mucha industria».

• Brouage, fue el yerno y adjunto de Courtemanche, Comendador de la Costa Norte, tuvo que enfrentarse, a fines del siglo XVI y principios del XVII, con estos «esquimales» de tipo tan peculiar. Los describe como «hombres blancos y barbudos».

• Samuel de Champlain, explorador francés del Canadá, alude a indios blancos radicados, a principios del siglo XVII, al oeste de los Grandes Lagos:

«Los salvajes con los cuales tuvimos contacto nos dijeron varias veces que algunos prisioneros de cien leguas les contaron que hay pueblos semejantes a nosotros por su blancura y otras cosas, habiendo visto por ellos mechones de cabellera de estos pueblos, que es muy rubia, a loa cuales mucho estiman por lo que dicen ser como nosotros. Sólo puedo pensar sobre esto que es gente más civilizada que ellos y que dicen parecemos».

Más extraño, a primera vista, es que se haya encontrado a «indios blancos» en la costa pacífica del Canadá.

• Capitán Cook acerca de los Nootka, el primer europeo postcolombino que tomó contacto con las tribus Nootka, en la costa oceánica de la isla de Vancouver, dice de estos indígenas:

«La cura de la piel parece casi igual a la de los europeos y recuerda más bien el tinte pálido que distingue a los de nuestras naciones meridionales. Sus niños, cuya piel no ha sido nunca cubierta con pintura, son también iguales a los nuestros en cuanto a blancura».

• Capitán Dixon acerca de los Notka, confirma el testimonio de Cook el relato de viaje. Escribe pocos años después de Cook:

«En cuanto a su complexión, no es fácil determinar qué color tienen; pero si puedo juzgar por la poca gente que vi tolerablemente limpia, esos indios son muy poco más oscuros los europeos en general».

• Vancouver acerca de los Helsituk, hablando de los indígenas del Canal de Burke, en la misma región, es más preciso aún:

«Por la nobleza de su porte y la regularidad de sus rasgos, se parecen a los europeos nórdicos». Y agrega que, si no fuera por el aceite y la pintura, «hay buenas razones para pensar que su color habría sido muy poco diferente del de los agricultores europeos que constantemente están expuestos a la inclemencia y las variaciones clima».

• Scouler acerca de los Haida, llega a las mismas conclusiones en lo que atañe a las tribus Haidas de las Islas de la Reina Ota :

«Su complexión, cuando están lavados y sin pintura, es tan blanca como la del pueblo de la Europa Meridional»

• Niblack acerca de los Haida, hablando de los indígenas de la misma región, dice:

«En cuanto a la complexión, ambos sexos son extrañamente de color claro. No se debe de ninguna manera a la mestización con los blancos… «Los Haldas son de piel marcadamente más clara que los demás, pero hasta el tinte oscuro es totalmente aparente y la exposición al sol siempre lo refuerza».

La Perouse, Maurrel, Merares, Marchand, etc. confirman a los ya mencionados y definen a los indígenas de la costa noroeste como de pura raza blanca.

Kurz, Wied, Catlin, Hen-nig, La Verendrye, etc acerca de los Mandan

Los Mándanos del Misuri, estudiados detenidamente en los siglos XVII, XVIII y XIX por viajeros que notaron entre ellos la existencia de una fuerte minoría de individuos de pelo rubio, rojo y castaño, y de ojos azules y grises. Pero no es éste un caso único, ni mucho menos.

Si no tenemos, en cuanto a la población de Centroamérica, sino indicaciones, terminantes pero imprecisas, sobre los «indios blancos» del Istmo de Darien, los datos abundan tan pronto cuando abordemos Sudamérica y, en primer lugar, las Guayanas.

• Coudreau acerca de los Waiswais en Guyanas:

«Es la raza india más hermosa que he visto jamás. Los tipos rubios anaranjados de ojos azules no son pocos entre ellos. .. El color de su piel es amarillo claro y no tiene nada del rojo pardo de las otras tribus».

• De Groeje de los Waiswais «ojos verdes grisáceos, con algo de pardo o azul».

• Geografo J. Hurault «algunos pretenden que los indios blancos de ojos azules no han existido nunca… Podemos precisar un tanto el asunto … En el curso de una misión, en 1936, entramos en la tribu de los Emerillones, en el Alto Tampoc, una mujer casi blanca, con ojos azules y pelo negro. Se nos indicó que se había recogido a esta india cerca de la desembocadura del Río Ouaqui… Las observaciones que pudimos hacer sobre las mujeres encontradas nos permiten afirmar que pertenecen realmente a una raza particular. Tienen la piel blanca, casi lechosa. Los ojos son azules. El pelo es duro y negro»

• Craveaux acerca de los Wayacules y Triometesems, menciona que, en el Alto Maroni, una tribu salvaje, los Bonis, perseguida por holandeses y franceses, encontró una banda de hombres que recogían huevos de iguana. Eran de elevada estatura, tez pálida y pelo y barba rubios. Se parecían en todo, menos en la vestimenta, a los holandeses. Varios autores, dice Poirier, notaron los ojos claros de Wayacules y Triometesems, también en las Guayanas.

Acerca de los Arawaks, Waikas, Botocudos y Nambicuaras, no faltan informaciones semejantes acerca de los puinaves, los bacairis, los bororos y los nahucas, de Colombia y zonas adyacentes, los Arawaks, los Botocudos y los Nambicuaras, del Amazonas, y una tribu del Río Envira, también en el Brasil, que Stegelmann descubrió en 1903 y cuyos miembros tenían el pelo rojo claro.

Los arawaks merecen un lugar aparte en esta enumeración, pues a ellos se refiere una carta enviada en 1502 ó 1504 a los reyes católicos por Angelo Trevisano, quien los describe como de tez clara, con largas cabelleras y barbas.

Estos «indios blancos» existen todavía en el Amazonas y son los Waikás de la isla de Maracá, en el río Velho Veneno, blancos, de frente alta, ojos grandes y pelo largo y suave de color castaño claro. Así los vio, en 1959, Marcel Homet.

• Coronel Fawcett, que no debía volver de su última expedición en busca de las «ciudades perdidas» de la Sierra de Purima, en el Alto Xingú, también había encontrado, en 1925, a «indios blancos», pelirrojos y de ojos azules y declara terminantemente en sus notas de viaje: «No son albinos» transcribe, además, el relato del director francés de la plantación de heveas de Santa Rosa, sobre el río Abuna, afluente del río Madeira: en 1906:

«había indios blancos en los alrededores del Río Acre. Mi hermano la recorrió agua arriba en canoa. Un día, se le aseguró que había indios blancos en la vecindad. No lo creyó y se rió de estos cuentos, pero con todo bajó a tierra y notó rastros indiscutibles de la presencia de indios. El segundo hecho cierto es que él y su gente fueron atacados por salvajes altos, bien conformados y muy hermosos, de tez perfectamente blanca, de pelo rojo y de ojos azules. Se batían como demonios. Mucha gente cree que no existen indios blancos y, cuando se les enseña algunos, sostienen que se trata de mestizos de españoles e indios. Es preciso no haberlos visto para hablar así: el que los vio tiene una opinión del todo distinta».

• Indios Blancos Motilones, más al norte, en Venezuela, se señaia la presencia de un grupo de Motilones blancos, cuyo pelo tiene el color de lino o de paja característico de los pueblos escandinavos.

Varios autores, entre ellos Thor Heyerdahí, mencionan el estudio que les habría dedicado, en 1926, un tal Harris, Desgraciadamente, no hemos podido dar con él. Con respecto al Perú, los testimonios abundan.

• Pedro Pizarro acerca de los Incas, nota que los miembros de la aristocracia incaica tenían la piel más blanca que la de los españoles y el pelo, color de trigo maduro. Pizarro agrega que los indígenas consideraban a los individuos blancos y rubios «hijos de los dioses del Cielo».

• Izaguirre acerca de los Incas, los antiguos documentos recopilados por Izaguirre mencionan en varias oportunidades a «estos infieles blancos y rubios», «blancos y rubios a manera de nosotros».

• Freizer, Jose Toribio Medina y Molina, aluden a un grupo de indígenas de la provincia de Boroa como «blancos y rubios sin ser mixtos»

• Rosales acerca de los Chonos, en Conquista Espiritual de Chile, alude los Chonos que: «eran completamente blancos y rubios»

• Indios Blancos Payos o payanos, un grupo indígena americano que hasta el siglo XVIII habitó la costa sudoriental de la isla de Chiloé, en el sur de Chile. Se postula que el nombre «payo» significa «barbado» que viene del mapudungun (mapuche) «payun», barba) y que era una denominación otorgada por los huilliches a los payos, rasgo que por otra parte era mencionado por los cronistas al describir a los chonos

• Alcide D’Orbigny acerca de los Antis del Beni boliviano, pasó treinta años de su vida, a principios del siglo XIX, en América del Sur, un ilustrativo estudio sobre los «indios blancos» del Beni boliviano.

Las cinco tribus antisianas contaban, en tiempos de D’ Orbigny, con 14.557 individuos, de los cuales 2.000 eran salvajes. Vivían en los últimos contrafuertes de los Andes, en una selva tropical cálida y húmeda. Una de ellas, la de los Yuracarés -la más interesante para nosotros- comprendía a 1.337 individuos: 337 mansos y 1.000 salvajes. El color de los antis era mucho más claro que el de los quichuas y aymaráes del Altiplano. Los maropas y los apolistas tenían la piel ligeramente cetrina, con poco de amarillo. Los yuracarés, los mocetenes y los tacanas eran casi del todo blancos.

Su altura promedia variaba entre 1,66 m entre los yucararés -algunos llegaban a l,76m- y 1,64 m entre los apolistas, apreciablemente superior a la de los demás indios de la región. Su conformación no era desproporcionada, como en los hombres del Altiplano, que tienen un torso enorme y piernas cortas. Por el contrario, presentaban

«bellas formas, proporciones masculinas y graciosas al mismo tiempo; su cuerpo es robusto, algo elevado, semejante al de los europeos. Los mejor formados de todos son los yuracarés; las otras naciones son por lo general más macizas».

«Los yuracarés, tienen formas muy hermosas, el aspecto vigoroso, las espaldas anchas, el pecho combo, el cuerpo bastante esbelto y con buena musculatura. Todo en ellos anuncia la fuerza y la agilidad. Son derechos y bien plantados. Su aire orgulloso y arrogante está perfectamente de acuerdo con su carácter y la alta idea que tienen de sí mismos. Creemos que son los mejor constituidos de todas las naciones que hemos visto. Las mujeres son también muy bien constituidas, más fuertes y robustas en proporción que los hombres; sus miembros son repletos y musculosos, sin que sus formas dejen de ser graciosas».

«Su rostro (de los yuracarés) es casi oval, sus pómulos son poco salientes, su frente es estrecha, ligeramente combada, su nariz bastante larga, generalmente aquilina, ni muy chata ni muy ancha en la base, sus fosas nasales son poco abiertas; sus ojos negros, muy pequeños y horizontales, sus orejas pequeñas, sus cejas estrechas y arqueadas, cuando no se las sacan; su barba recta, poco tupida, crece tardíamente y solamente en el mentón y sobre el labio superior: se la arrancan. Sus cabellos son negros, rectos y largos. Su fisonomía es fina, llena de vivacidad, de orgullo, y no le falta cierta expresión alegre… Las mujeres… se puede considerarlas bonitas».

Su nombre viene del quichua»yurak», blanco, y kari (o, más exactamente, k’kari) que significa guerrero. Netamente mestizos, con predominio del elemento blanco, estaban adaptados a la vida libre de la selva.

Un detalle, mencionado por D’Orbigny, llama poderosamente la atención: esta tribu, cuya artesanía era pobrísima, conocía la imprenta, totalmente ignorada por los demás pueblos amerindios, inclusive por sus vecinos quichuas. Utilizaban, en efecto, para colorear sus túnicas de corteza, planchas de madera tallada, o sea el mismo procedimiento empleado en la Edad Media europea, antes del invento de Gutenberg.

Los «indios blancos», los Guayakíes son blancos mestizados con guaraníes; la palabra guayakí es quichua y significa «blancuzco de la llanura» (de huailla, blancuzco, y k’kellu, llanura: la doble II y la y se pronuncian del mismo modo; la e y la i se confunden, en quichua, en una sola vocal.

Raza en vías de extinción, hasta mediados de la década del 70, todavía vivían en estado salvaje en la selva virgen subtropical del Oriente paraguayo. Quedaban, según las estimaciones, en esa época, entre 300 y 500, divididos en pequeños grupos.

Andaban totalmente desnudos y se alimentaban del producto de la caza, de fruta silvestre y de miel salvaje. Su nivel cultural, neolítico, era muy bajo

Los guayakis han llamado la atención de los etnólogos e importantes estudios se han dedicado a su modo de vida y al dialecto, de raíces guaraníes, que hablan y no pudieron dejar de mencionar algunos aspectos físicos, inexistentes en todas las razas amerindias, en especial, el color blanco de la piel de la mayor parte de ellos.

De los cinco grupos conocidos, cuatro estaban en la década del 70, compuestos de guayakis blancos y uno, de guayakis morenos.

Existían buenas razones para pensar que estos últimos provienen de la mestización de guayakis blancos con un grupo de indios matacos que, escapados de la reducción argentina de Santa Ana, se refugiaron, a fines del siglo XIX, en territorio guayakí.

Los guayakís varones tienen un aparato genital, de conformación semejante a la de los blancos nórdicos (pene alargado, en particular), mucho más desarrollado que el de los amerindios. Están provistos de un abundante sistema piloso, en las piernas y los brazos y, sobre todo, en la cara.

Ahora bien, los indios son generalmente lampiños y los que hacen excepción, casi siempre ancianos, sólo tienen una barba rala, y únicamente en el mentón. Las mujeres guayakís tienen las piernas muy velludas, a diferencia de las indias.

A este sistema piloso, característico de las razas blancas, se agrega, en los varones, una fuerte tendencia hacia la calvicie, fenómeno éste que desconocen totalmente las poblaciones amerindias. La piel de los guayakís blancos no se diferencia en absoluto, en cuanto al color, de la de los europeos, numerosas mujeres tienen la complexión lechosa de las nórdicas.

El color del cabello va del negro al castaño claro, a menudo con reflejos rojos.

El de los ojos, del negro al castaño claro. Los individuos de edad -pero son pocos- tienen cabello y barba grises o blancos, lo que no sucede entre los indios.

Algunos tienen el aspecto de japoneses , como también es el caso de casi todas las mujeres. Otros más podrían pasar por polinesios. Algunos ancianos tienen apariencia de aino. Estas semejanzas no son el fruto de la casualidad.

Japoneses, polinesios y, en menor medida, ainos tienen un origen común: son los productos de mestizaciones entre blancos y mongoloides.

Agreguemos que los guayakís ríen a menudo, lo que, por sus músculos faciales, no pueden hacer los indios.

Fuente:
https://noticias.planetarios.com/blancos-en-america-precolombina-los-indios-blancos
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