01 Rúnica Noológica, la kábala



Dos Kábalas que tratan sobre la creación del mundo por parte del Demiurgo El Uno:

• La Kábala Numeral, contiene el secreto de los diez sefiroths y de los 22 sonidos; permite obtener las claves de los Arquetipos Colectivos Psicoideos (Manúes) y conocer los Planes del Demiurgo terrestre Sanat Kumara o Jehová-Satanás.

Facilita el control sobre las muchedumbres y los hombres en COMBINACIÓN CON ELEMENTOS CONCRETOS DE LA KÁBALA ACÚSTICA.

Es objeto, casi exclusivamente de estudio por parte de sabios judíos.

• La Kábala Acústica, trata sobre la manera en que esos Planes pueden llevarse a la práctica (por el dominio del éter sonorífero AKASA TATTVA) y permite elaborar procedimientos para influir sobre el mundo físico.

Posibilita la Taumaturgia y el ejercicio de la totalidad de las artes ocultas EN COMBINACIÓN CON ELEMENTOS SIMBÓLICOS DE LA KÁBALA NUMERAL.

Ambas doctrinas son complementarias y necesarias para la praxis mágica.

Por lo menos en los últimos 3000 años, es de dominio de los Druidas, esta complementación no ha ofrecido problemas a dos razas engendradas por Jehová-Satanás, cómplices y ejecutoras del Plan de la Sinarquía.

Esto no siempre fue así. En el periodo Kristiano-Luciférico de la Atlántida, durante su
esplendor Hiperbóreo, la Kábala Numeral, que era una doctrina teórica para la interpretación simbólica del mundo, podía ser estudiada por cualquiera.

Durante milenios fue un patrimonio cultural colectivo, y así continuó, hasta el cataclismo final que sumergió a Atlantis.

Esta es la razón por la que algunos grupos étnicos sobrevivientes, y otros que eran vasallos y habitaban tierras continentales, poseyeron y conservaron conocimientos originalmente kabalísticos, como las matemáticas o la astronomía (egipcios, sumerios, mayas, etc.).

Contrariamente a la vulgarización de la Kábala Numérica, en la Atlántida la Kábala Acústica era conocida sólo por Iniciados Hiperbóreos, mientras duró el periodo Luciférico.

Más tarde, cuando el Satanismo fue una práctica corriente por parte de la Casta Sacerdotal, gran parte de la doctrina se perdió y, luego del hundimiento, prácticamente desapareció como “saber iniciático”.

Un remanente pequeño de sobrevivientes que no eran negroides como los egipcios, ni rojos como los toltekas, ni amarillos como los mongoles, poseían suficiente CONOCIMIENTO PRÁCTICO sobre la Ciencia Atlante como para reconstruir la
Kábala Acústica, si así lo hubiesen deseado.

Este grupo es el que la antropología moderna denomina “hombres de cromagnon” y que en realidad constituyen los auténticos ancestros de la raza blanca.

En la Atlántida NO EXISTÍA UNA RAZA BLANCA IMPORTANTE. El cromagnón era una raza menor de viryas tomada bajo la protección de los Siddhas Hiperbóreos de raza amarilla a la cual se le encomendó durante el periodo luciférico, una misión colectiva vinculada con la Kábala Acústica: ser los guardianes de la Sabiduría Lítica.

De allí proviene la amistad (camaradería hiperbórea) entre blancos y mongoles; amistad que hoy habrá que descubrir y actualizar:

Ese es el problema que encara el Siddha Anael en Asia, África, y América Latina.

Ellos, mejor que nadie jamás, poseyeron el secreto de la piedra:

• Del tallado;
• De su transporte por levitación;
• De la resonancia telúrica, que permitía aprovechar las corrientes de energía de la tierra;
• De la construcción de transductores de cristal de roca, cuyo uso como oráculo también conociera John Dee, y que podían constituir, según el tipo, un arma “lanzadora de rayos”, una “lámpara de llama perenne” y hasta un “vehículo volador”.

La tecnología lítica de la Atlántida parecería aún hoy, que hemos desarrollado técnicas para construir circuitos integrados de estado sólido con 50.000 transistores de cristal de silicio, óxidos, etc; asombrosa por la precisión y efectividad que habría logrado.

Luego del hundimiento los blancos cromagnón, guiados por algunos Siddhas Hiperbóreos, se ocupan de “estabilizar el relieve formal de la superficie terrestre”, valiéndose de los conocimientos adquiridos en la Atlántida.

Es este pueblo el que construye los grandes megalitos que se hallan diseminados cerca de las costas en todo el mundo, los cuales no son monumentos primitivos, sino avanzadísimos instrumentos técnicos.

En tanto no se tenga una idea clara de lo que significa REALMENTE el “hundimiento de la Atlántida” no se podrá comprender la labor megalítica de los cromagnón.

Tal vez se aclare algo si consideramos que lo ocurrido NO FUE UN SIMPLE CATACLISMO, explicable SOLAMENTE por causas físicas tales como la hipótesis “sísmica” de Platón o la de “aerolito” de Velikovsky, sino la consecuencia de una guerra terrible en la que los Siddhas extraterrestres volcaron todo su enorme conocimiento.

El campo de batalla no era solamente la superficie terrestre, pues otros planos de existencia, más sutiles, se hallaban involucrados en el conflicto.

En fin, es mucho lo que se desconoce, pero debe tenerse presente que LUEGO del cataclismo de la Tierra, que es un organismo viviente, hubo de ser restaurada en su funcionalidad fisiológica para que continuara siendo habitable (para que los “reinos” de la naturaleza no reaccionaran “contra” el hombre, por ejemplo). 

En esta tarea trabajaron los cromagnón empleando menhires, dólmenes y cromlechs, y otros instrumentos telúricos que se describirán más 
adelante. 

Vale la pena citar ahora una página de Louis Charpentier, adonde éste imagina la posible función de los menhires: 

“Hace unos cinco o seis mil años, los chinos descubrieron -y quizá no sólo ellos-que el cuerpo humano es la sede de unas corrientes distintas de los influjos nerviosos cuyos recorridos se hallan fuera de todos los conductos anatómicos conocidos.” 

“En el hombre sano, estas corrientes -que son dos y de naturaleza opuesta-se equilibran; pero si, por una u otra razón, exterior o interior llegan a desequilibrarse, se instaura la enfermedad y, con ella, uno u otro microbio.”

“Pero los médicos chinos de aquel tiempo descubrieron también que era posible actuar sobre dichas corrientes puncionando algunos puntos de sus recorridos por medio de agujas de xiles -actualmente son metálicas-, al objeto de restablecer el equilibrio necesario, o bien crear voluntariamente ciertos trastornos. Es la terapéutica china conocida con el nombre de ACUPUNTURA.” 

“Lo mismo que el cuerpo humano o animal, la tierra es recorrida por corrientes distintas de las magnéticas y cuya naturaleza no se conoce muy bien, pero que ejercen su acción sobre las capas geológicas que atraviesan y por lo tanto sobre la vegetación.” 

“Por otra parte, hace algunos lustros, los agrónomos intentaron -al parecer con cierto éxito-activar los cultivos levantando antenas capaces de recoger la electricidad estática atmosférica, que luego era distribuida por el suelo mediante diversos procedimientos.” 

“No se descarta que el menhir -aunque la piedra no sea buena conductora-, ejerza una acción del mismo orden, especialmente cuando está húmeda, por ejemplo, mediante “agua de la luna”, o sea el rocío.” 

“Entonces podríamos pensar que los menhires fueron levantados más o menos altos según la intensidad de la corriente telúrica, para establecer un equilibrio benéfico.”

“En este sentido se podrían emprender estudios agronómicos muy interesantes.” 

La Acupuntura terrestre es sólo objetivo secundario de la construcción megalítica. 

Para comprender a qué nos referimos cuando hablamos de la “tecnología lítica” que los cromagnón aplicaron, luego de los cataclismos atlantes, conviene considerar previamente ciertos aspectos del hábitat humano sobre la superficie terrestre. 

Aquí no trataremos el hábitat ecológico, de ello se ocupa las ciencias naturales, sino de las RELACIONES PSÍQUICAS que el hombre entabla con el MEDIO que habita, y de la manera en que ese hábitat ha sido elegido. 

Para ello debemos definir el concepto PSICOREGIÓN como “aquel hábitat elegido por el hombre en virtud de una CUALIDAD TELÚRICA PSÍQUICAMENTE APRECIABLE.” 

Esta definición excluye la elección del hábitat por necesidad u obligación. 

En sus múltiples desplazamientos el hombre SUELE ELEGIR EL LUGAR PRECISO en el que construirá su vivienda, fundará una ciudad, elevará su alma a Dios, etc., motivado por vivencias trascendentes que sobrepasan la mera necesidad fisiológica de alimentarse o protegerse. 

Así una PSICOREGIÓN es EL SITIO ELEGIDO, por excelencia, para realizar actos de mayor o menor trascendencia.

En principio la psicoregión puede ser “personal” o “social”. 

Deseamos trepar un cerro; ELEGIMOS UNO DETERMINADO, entre muchos otros de la cadena montañosa. 

En esta elección influyeron motivaciones psicológicas de extrema complejidad, pero por 
sobre todo hay que destacar la INTERACCIÓN entre el CERRO ELEGIDO y el HECHO DE ELEGIR porque precisamente esta INTERACCIÓN convierte en PSICOREGIÓN PERSONAL al cerro preferido. 

Otra persona quizá prefiera otro cerro, pero, de todo un paisaje de cerros, para mí, el cerro elegido es DIFERENTE, se DESTACA de alguna manera misteriosa, adquiere un realce que lo transforma en OBJETO DE APRECIACIÓN, en PSICOREGIÓN PERSONAL. 

Psicoregiones personales, entonces, son cuantos sitios se elijan por motivos de interacción telúrica, desde un “rincón de enamorados”, de tránsito fugaz, hasta un “hogar” en el cual se ha de vivir durante muchos años. 

Por otra parte, una PSICOREGIÓN SOCIAL es aquel sitio que se ha elegido en base a motivaciones psicológicas de orden comunitario o colectivo. 

Por ejemplo, un lugar que ejerce cierto “encanto” a más de una persona es una “psicoregión social”. 

La “caverna” elegida, entre muchas otras, por una tribu como hábitat comunitario es también una psicoregión social a menos que esta elección estuviese motivada exclusivamente por la necesidad.
 
En la antigüedad los sitios en que se erigían las ciudades eran elegidos por motivos trascendentes, de orden religioso o esotérico. 

Hoy en día la humanidad habita en grandes ciudades que son también psicoregiones colectivas pues, aunque los actuales ciudadanos NO HAN ELEGIDO la psicoregión, lo han hecho en algún momento sus antepasados cuando, por determinadas motivaciones, decidieron que ese era el lugar preferido, el sitio exacto, en el que SE DEBÍA ERIGIR la ciudad y COLOCAR LA PIEDRA FUNDACIONAL. 

Es evidente, pues, que toda ciudad ha sido alguna vez una PSICOREGIÓN PRIMORDIAL, elegida por los “fundadores” y que lo mismo ha de haber ocurrido con los “lugares sagrados”, sobre los que se erigen los templos religiosos, que fueron también seleccionados en algún tiempo primordial. 

En una ciudad con muchos templos elegimos aquél de nuestro agrado, el cual constituye, para nosotros, una PSICOREGIÓN PERSONAL.

El lugar a donde se asienta el templo ha sido, en tiempos de su fundación, una PSICORREGIÓN SOCIAL; y aún lo es puesto que a él acuden muchos fieles que sienten la misma atracción. 

Como de costumbre nos referimos solamente a las interacciones telúricas y descartamos otras relaciones importantes, pero de orden psicológico, como la “cercanía” o “lejanía” del templo; la adoración en él de alguna advocación o imagen sagrada; cualquier necesidad u obligación; etc. 

Sin extendernos en más ejemplos podemos completar este concepto considerando que en la actualidad, debido a la expansión demográfica y material de la civilización, no es común ya que se practique la elección de una PSICOREGIÓN SOCIAL aunque toda la humanidad elija constantemente PSICOREGIONES PERSONALES.

Pero en la antigüedad existía toda una ciencia para la selección telúrica y, de hecho, las más antiguas ciudades que han llegado hasta nuestros días han sido fundadas mediante pautas que son hoy completamente desconocidas. 

El racionalismo moderno, como siempre, aporta explicaciones dogmáticas que la “Historia”, la “Arqueología”, etc., sostienen con rigor. 

Para elaborar tales explicaciones jamás se consulta, por supuesto, a las Tradiciones de los pueblos, cuya riqueza en mitos y leyendas (los “objetos culturales” de las superestructuras de los hechos históricos) podrían seguramente aproximar a la verdad. 

Por el contrario, se emplea un “método científico” para interpretar el hecho que, esta vez, es extremadamente sencillo:

Se inventa un “manual de procedimientos”, racionales, y consultando sus pautas clasificatorias se califica “académicamente” la labor de los antiguos. 

En dicho manual se consideran las pautas de “defensa”, “alimentación”, “provisión de agua”, “comunicaciones”, etc. 

Si de una ciudad, por ejemplo, Babilonia, ha sido fundada “teniendo en cuenta dichas pautas”, o sea: cerca de un río, próxima a las rutas comerciales, sobre una elevación que domine el entorno, etc., entonces sus habitantes eran geniales, “casi modernos”.

Si un pueblo cometió “error” de edificar sus ciudades faltando a alguna de tales reglas de la moderna estrategia racionalista, si por ejemplo “despreció” aquella inexpugnable colina y eligió vivir en el valle, entonces se trata “simplemente de gente idiota”, seres primitivos que “lo ignoraban todo” sobre la manera en que se debe “planificar una buena ciudad”.

Por supuesto que la obcecación racionalista, que afirmó durante siglos que Troya no podía estar adonde realmente estaba y que no alcanza a comprender por qué los Mayas construyeron ciudades que nunca habitaban, no reconoce un aspecto importante del problema cual es la elección de las psicoregiones. 

En la antigüedad se confiaba la inspección telúrica a personas sensitivas, sacerdotes o iniciados, quienes jamás empleaban un criterio racional en esa tarea, sino que se guiaban por conocimientos esotéricos. 

Estas personas “sabían elegir el lugar” adecuado a las necesidades de la comunidad, que variaban en muchos casos: ciudad duradera, ciudad transitoria, campamento, fortalezas, granja, etc. 

En tiempos muy antiguos, para toda construcción se seleccionaba con cuidado el sitio conveniente, sea un puerto, un templo o un puente. 

Hoy en día parece evidente que primero ha surgido el camino y luego, en los lugares de vacío, se construyó el puente o se colocaron las piedras para saltar.

Sorprendería saber con cuánta frecuencia se hacían desvíos muy grandes para cruzar el río por lugares que no eran ni los más playos, ni los más cercanos entre orillas, sino que la “psicoregión” predominaba por sobre cualquier pauta lógica o racional. 

Un río “no se debía” cruzar por cualquier parte, así como la tierra “no se debía” arar y cultivar en su totalidad; existían zonas, PSICOREGIONES NEGATIVAS, donde la influencia telúrica era nefasta y a las que se debía evitar cuidadosamente. 

Muchas de aquellas precauciones de los antiguos han llegado hasta nuestros días (el antropólogo JENSEN las llama: “supervivencias”) como complementos de mitos y leyendas, pero son tomados por supersticiones carentes de sentido.

Por lo cierto es que en la antigüedad la existencia de lugares “hostiles” era muy conocida y aceptada, lo que explica muchas de las “fallas” que se habrían cometido en la elección de los lugares útiles, según las pautas del “manual de procedimientos” de los racionalistas modernos. 

Porque muchas veces un lugar dotado de todas las ventajas EVIDENTES, en materia de seguridad y alimentación, presentaba, en cambio, la desventaja ESOTÉRICA de contener una psicoregión negativa que impedía efectivamente el asentamiento por no garantizar el bienestar comunitario. 

Podían localizarse lugares completamente desguarnecidos o peligrosos pero que representaban verdaderos paraísos terrenales para quienes GOZABAN de su psicoregión. 

No otra cosa, por ejemplo, explica la tragedia de Pompeya, edificada sobre una ladera del volcán Vesubio, ciudad que, a pesar del terremoto del 63, fue reedificada a pedido de sus habitantes, quienes no soportaban la idea de abandonarla y por eso perecieron casi en su totalidad dieciséis años después, en el 79, cuando una nueva erupción la sepultó bajo la lava ardiente y las cenizas.

No nos extenderemos más en un tema de fácil comprensión. 

Sólo nos resta agregar que en la Atlántida, durante el periodo luciférico, existía toda una “ciencia de las psicoregiones” en base a la cual los Siddhas Hiperbóreos instruían a los viryas sobre las técnicas a emplear para “dominar la naturaleza” y reorientarse estratégicamente. 

La “naturaleza” según esta ciencia es sólo un aspecto sensible, una apariencia concreta, de esa multiplicidad infinita de procesos evolutivos en qué consiste la macroestructura de una Edad Manú. 

Por eso “dominar la naturaleza” significa conocer la manera de operar sobre los procesos evolutivos y conseguir la independencia de los Arquetipos Psicoideos.
 
La “ciencia” que permitía tal “dominio de la naturaleza” formaba parte de la Kábala Acústica y ésta, según ya adelantamos, sólo era conocida por una élite de iniciados hiperbóreos. 

Luego de los cataclismos (el “hundimiento de la Atlántida”) la Tierra experimentó una alteración muy grande en el funcionamiento de sus sistemas de energías vitales y fluidos sutiles. 

Se acentuaron los contrastes entre psicoregiones hasta un punto tal que los desniveles eran fácilmente percibidos por el hombre y resultaban a menudo peligrosos. 

Para equilibrar las psicoregiones y tornarlas habitables a la humanidad los cromagnón emplearon externamente sus conocimientos de Kábala Acústica. 

Tal acción exterior para ser efectiva debe estar acompañada de un TRABAJO INTERIOR pues la humanidad (o sus conjuntos étnicos) interactúa con la psicoesfera (el cuerpo “sutil”) de la Tierra, asiento de los Arquetipos Psicoideos, y está relación puede “atenuar” “excitar” los contrastes entre psicoregiones.
 
Hoy en día la posibilidad de efectuar un control “colectivo” sobre el medio ambiente empleando poderes psíquicos (la “fuerza de la voluntad”) será tomada con escepticismo pues el avance del Kaly Yuga (la expansión demográfica de elementos racionales “confusos”, la predominancia generalizada de las tendencias animales del pasú, etc.) ha producido una humanidad inmersa en un sopor materialista que le impide tomar consciencia de su potencial mental y del poder con que esta potencia podría actuar sobre las psicoregiones. 

En consecuencia, el hombre moderno se encuentra imposibilitado para resolver las alteraciones actuales entre psicoregiones. 

La Estrategia de la Sinarquía ha capitalizado esa impotencia y ha lanzado movimientos subversivos que “denuncian el conflicto entre el hombre y el medio ecológico”, pero existen en verdad causas reales que un movimiento auténticamente ecologista debería investigar seriamente.

Volviendo al concepto de psicoregión es hora ya de preguntar ¿a qué se llama interacción psicológica entre el hombre y el medio ambiente? 

Ya lo hemos definido indirectamente: existen lugares “nefastos” que denominamos PSICOREGIONES NEGATIVAS, así como hay también lugares que poseen cierto “encanto”, a los que vamos ahora a denominar PSICOREGIONES POSITIVAS. 

Estos conceptos elementales pueden profundizarse si definimos un nuevo concepto:

El de CLIMA PSICOFÍSICO. Recordemos que una PSICOREGIÓN es el “hábitat elegido” por el hombre en virtud de una cualidad telúrica psíquicamente apreciable. 

Ahora podemos agregar que toda psicoregión posee un CLIMA que le es propio el cual puede definirse como “el conjunto de percepciones sensoriales y extrasensoriales que impresionan a un hombre situado en su entorno”. 

El concepto de “clima” puede aplicarse tanto a las psicoregiones positivas como a las negativas, personales o sociales, etc. Por ejemplo, desde la lúgubre “sensación de opresión” que se experimenta en una tenebrosa caverna hasta el 
“electrizado ambiente” de una sala de teatro que en el momento culminante del drama o la tragedia es percibido por todo el público, existen una infinidad de “climas” especiales de conocimiento corriente. 

Fuente: Fundamentos de la Sabiduría Hiperbórea
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