20 La Filosofía Oculta




Se trata de adquirir un conocimiento que actúa dinámicamente sobre el Espíritu, transformándonos internamente, dotándonos de una Sabiduría milenaria que nos hace trascender el plano meramente humano de la existencia.

Algo interior que pocos hombres poseen:

“La posibilidad de Ser”.

No todos los Humanos son iguales, no todos existen, no todos pueden “ser”.

Por el contrario, para quienes disponen de la posibilidad de Ser, la lucha y el esfuerzo deben ponerse en trascender este mundo de imágenes ilusorias y perpetuarse en la eternidad, en otro plano de existencia al que sólo podremos llegar si despertamos del sueño demoníaco en el que estamos sumidos.

La mayoría de los Humanos que vemos en el mundo, no existen realmente o si lo prefieren viven una “existencia relativa”, ilusoria, que es un soplo para la eternidad.

Su conciencia se diluye con la muerte, aunque muchos crean lo contrario y nada sobrevive a ellos.

La eternidad, es para unos pocos, para una Aristocracia del Espíritu, fundada en Héroes Semidivinos, en Superhombres que, a costa de librar un duro combate contra el Príncipe de este Mundo.

Trasmutan su naturaleza inferior y ganan su lugar en el Valhala.

Ser un Héroe Semidivino, un Virya, lo prueba la Marca de Lúcifer o Luzbella que sólo indica la pureza de del Linaje Espiritual.

La "Marca de Luzbella", la Marca de los descendientes de Caín, si porque Caín caminó, exploró el Mundo y su descendencia la tuvo con "Las Hermosas Mujeres, hijas de los Hombres", que son todas las razas que no son semitas...blancos, negros, rojos, amarillos y sus mestizos...

Porque la Pureza de la Sangre no está en el color de la piel, sino en el "Coraje y Casta" de un sólo individuo para afrontar su vida.

–Pero, Lúcifer, Luzbella... ¿no es el Diablo?

–Lúcifer, es el portador de la Luz Increada–

**El Nazireno, dice sean la Luz que ilumine a todos, a nadie se le ocurre poner la luz debajo de la cama, se la da para que ilumine toda la habitación...la Luz del Mundo**

**El Lucero de la Mañana, es Venus, vaya y pregunte, leea, investigue**

Decir que es el Diablo es una blasfema calumnia que le ha endilgado el Satanás del Mundo, por intermedio de sus discípulos, los Judíos y algunos imbéciles Cristianos y Musulmanes no esclarecidos.

Lúcifer es Kristos.
El Kristos de la Atlántida...
A la Filosofia del Espíritu, debemos añadir, el Arte Marcial, autodefenza y ataque, el perfeccionamiento militar y político, pero Política real, no la basura Politequera.

Ese es el sendero oculto, esotérico, que te permitirá superarte espiritualmente y resolverá tus dudas más secretas.

¿Has oído hablar de la Thulegesellschaft?

Es un grupo secreto de Hombres Sabios, las Ordenes Hiperbóreas como la Thulegesellschaft siguen una disposición circular.

En las organizaciones mundanas del tipo de la francmasonería,
–o si se quiere simplificar, como cualquier burocracia administrativa–
se avanza verticalmente, escalón por escalón, desde la base de un triángulo hasta el vértice, que ocupa la máxima Jerarquía.

En una Orden Hiperbórea por el contrario se avanza superando círculos concéntricos.

Al ingresar a la Orden eres un círculo amplio, tal vez el círculo externo.

No digo que formes parte de un círculo o que ocupes un lugar en un círculo, sino que “tú eres un círculo”.

Como tú, hay otros miembros que son círculos de mayor o menor diámetro, organizados concéntricamente en torno a un centro de Poder ocupado por el máximo nivel de Sabiduría.

Por eso digo que se avanza “superando círculos” y no “atravesando círculos” de distinto nivel, pues la Sabiduría Hiperbórea consiste en estrechar el círculo propio hacia el centro; en “restringir el círculo” hasta donde lo permita nuestra capacidad.

En una sociedad que considera “normal” lo que es común a todos, es decir colectivo y reprime con la alienación al que se aparta de lo “normal”, sentirse distinto puede ser peligroso en muchos sentidos.

"El Hombre preparado, es Hombre peligroso"

La falta de “patrones” o “modelos”

–eliminados sistemáticamente o autoeliminados por el miedo–

para comparar nuestra “anormalidad” nos induce a temer una pérdida de la razón.

Este temor a poseer dones o virtudes que nos hagan diferentes a los demás es considerado una “santa prudencia” en un mundo que glorifica la mediocridad del Humano promedio, llamado también "el lameculos" y desconfía del individuo.

Cuando el cazador se siente “seguro” de acertar a su presa y yerra el tiro o cuando el estudiante “seguro” de haber dado la respuesta adecuada comprueba que el Profesor lo ha calificado con un cero se puede decir que ha “fallado” la seguridad.

¿De qué depende entonces el éxito si cuando estoy “seguro” de obtenerlo puedo fracasar?

Para responder se debe distinguir antes entre “seguridad subjetiva” y “seguridad objetiva”.

La primera está más cerca de la imaginación y la segunda de la realidad.

La seguridad subjetiva se apoya en la fe; la seguridad objetiva se apoya en la realidad.

Es deseable que la seguridad experimentada en lo que se haga o piense sea lo más objetiva posible.

¿Cómo se debe hacer para cerrar la brecha que separa la seguridad subjetiva de la seguridad objetiva?

Salvando el caso de una predisposición natural a la realidad objetiva, la respuesta sería que la “experiencia” previa asegura mayores probabilidades de que la “seguridad” en la concreción de un acto se realice objetivamente.

Se debe distinguir también entre la seguridad del diletante y del experto.

Ante una misma prueba ambos se sienten “seguros”, pero con mayor probabilidad, sólo el experto arriba al éxito en tanto que el diletante fracasa.

La “seguridad” del experto se funda en la experiencia previa; la del diletante en la fe en sí mismo; pero como todo experto en algún momento inicial debió haber sido un diletante, es posible que el diletante, si persevera, alguna vez llegue a ser un experto.

De modo que la seguridad es tanto más objetiva cuanto más vaya acompañada de la experiencia.

Pero si la seguridad subjetiva es traicionada por la realidad objetiva, si se fracasa, sobreviene la decepción de la derrota.

Se debe concluír, entonces, que la capacidad de sobreponerse a los fracasos es un factor condicionante para capitalizar la experiencia en favor de una seguridad objetiva.

La seguridad, por otra parte, es una actitud psicológica fundamental para encarar las pruebas de la vida.

El que se enfrenta al desafío de una prueba debe contar por anticipado con el éxito, debe estar “seguro” de ganar y un fracaso no lo ha de desanimar como para no intentarlo de nuevo.

En los casos anteriores, ni el cazador deja de cazar porque falle un tiro, ni el estudiante deja de estudiar porque lo aplacen en un examen; ambos se sobreponen y capitalizan la experiencia aumentando su seguridad objetiva, siendo más “expertos”.

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